MOUSSE NAVIDEÑA

Por Liz Marino

Nancy se corre el flequillo y le queda con mayonesa, ya hace horas que se puso el jean negro y la remera con brillitos pero con ese gancho en el pelo y el toque del repasador en el hombro está como todos los años: descuajeringada. Look de Navidad.

La que sí está divina es Tati, no sólo por sus 13 años, su top rosa laminado, la panza al aire, y ese maquillaje que le llevó dos horas, las uñas rosa y verde, muy chica Disney. Claro, fácil estar divina cuando no haces un carajo en toda la semana, y le faltan dos meses de vacaciones.

En el patio Jorge, bañadito, estrenando la camisa turquesa, cerveza en mano y ya instalado dentro de su celular. Ojalá esté viendo porno -piensa Nancy-, con su crisis de los 50 mejor eso, si ayuda la embarra, quieto sirve más.  

Tati entra, se mira en la puerta espejada del horno y encara a Nancy, que está pasando a la fuente la ensalada rusa.

-Má, ví el arbol… ¿vos nos compraste libros a todos….?

-Sí, se nota, ¿no?

-¡Obviooo! ¿Libros? ¿Qué onda? ¿Quién lee libros acá, mamá?

Justamente, deberían empezar…

-Qué mala onda!… la navidad no es para dar lecciones, Nancy

-No me llames Nancy te dije. La próxima que compre los regalos tu papá

-Si sabés que papá no compra nada…

Bueno, tenés 13, ya podés encargarte vos

Ni loca ¿yo qué se qué comprar?  -Tati queda con la mirada fija, el gesto desmoronado-  Libros … no te lo puedo creer, qué embole…

-Cortala Tati, estoy pasada de cocinar y venís a quejarte… Déjenme de joder vos, tu padre y tu abuela que hace tres horas se está produciendo sin dar una mano. Si no ayudás, correte.

TÍpica mala onda de navidad, menos mal que viene el tÍo Bruno…

-Encima… El tÍo Bruno es el rey de la joda, si dependieras de él no comerías

-¿Quién quiere comer? Trae altos regalos…

-Sí, comprar boludeces le encanta, después se queda sin guita y pide prestado… es un caradura tu tío…

Cuando suena el timbre Nancy tiene un pico de cortisol. Ojalá sea la muerte buscándome, piensa.

Pero no, es Bruno llegando antes. Entra canchero, armado en su campera de cuero y revoleando la llave de la camioneta esquiva el árbol dorado que a Nancy le llevó tres horas y avanza, un cuarentón ganador. Para cagarla más vino con Paula, la novia de este año, otra influencer parece… Bruno cargado de bolsas de colores, los chicos lo escuchan llegar y corren, Jaime saliendo de su play, Milo en patas, Tati avanza disimulando la ansiedad, como desfilando. Los tres saltan de alegría, se le cuelgan del cuello.

-¡¡¡Tío!!!  -Bruno los abraza, los besa.

-¡¡¡Mis chicos!!! ¡Los extrañé! Saluden a mi novia, ella es Paula. ¿Llegó la abuela? Díganle que baje!, quiero presentársela.

Asi que al rato baja Inés, empilchada en blanco y dorado, y Bruno con su Edipo ¡Mamá estás radiante!, siempre fue así el romance con su hijo favorito.

-Hola Paula, encantada, ¡qué bonita! Te aviso que acá la elegancia viene con nosotras dos, verás que Nancy está de fajina, pobre…

De la cocina emerge Nancy, el repasador sigue en el hombro porque al final es más cómodo, -Hola Bruno, encantada Paula, pasen.  Y todo eso.

La mesa está preciosa, Nancy cocinó vithel toné, matambre, pavita y cocktail de camarones, más la rusa con mayonesa casera, más tres ensaladas.

Se sienta y le sonríe a la única invitada que no detesta, que tiene la virtud de no ser de la familia.

Paula, te sirvo o te paso alguna fuente?

No gracias, estoy bien -sonríe Paula sirviéndose un trozo de pan-.

-Paula es vegetariana, Nancy. Y justo hoy hiciste todo con carne -lamenta Bruno.

-Mil disculpas caradura, cociné tres días seguidos y no me dijiste que tu novia era vegetariana  

No se preocupen -ayuda Paula- con unos tomates estoy bien.

Nadie está bien con unos tomates -sentencia Nancy-. Mira a Bruno, amenazante-  Decime que trajiste el postre.

Ups!, te lo debo, hermanita!. Nos colgamos con una serie y cerró todo. Pero algo dulce debes tener…

-Sí… naranjas. Decime:, ¿sos boludo vos, Bruno?

Bueno, listo! -Jorge salva la situación- Hay pan dulce y garrapiñadas, suficiente, tampoco se trata de comer, es una fiesta familiar…

No sabía que no se trata de comer. Hubieran avisado así no pasaba tres días cocinando

-Haya paz por favor!, estamos acá para brindar porque somos una familia y de paso … ¡¡¡abrir los regalos!!!  -ayuda la abuela Inés-, y los tres chicos salen volando al árbol del living.

-¿Por qué les dijiste eso, mamá? Ni siquiera comieron y son las 11

Para cortar este clima de guerra nena, peleás con tu hermano, peleás con tu marido…

Los tres chicos regresan gritando, las cajas de los celulares ya abiertas…

 -¡¡¡ Tíooo te amoooo, no lo puedo creer!!! ¡Sos lo más! ¿Me puedo ir a vivir con vos? – le brilla la cara a Tati

-¡¡¡Vamooooo!!! ¡Sos un capo tío! ¡Es el que tiene Matu! -grita Jaime.

¡Al fin tengo un celu!  Mamá, vos que decís que no se puede tener en segundo, se re puede! ¿ves mamá? ¡¡tomaaaa!!

Bruno sonríe feliz, explorando los celulares con los chicos. Ya nadie come.

Nancy larga espuma.

-Bruno,  aclarame: ¿regalás celulares y el mes pasado no pudiste pagar la tarjeta?

No tiene nada que ver, es otro dinero

El dinero es fungible, boludo. Es siempre dinero, y es lo que vos no tenés…

-No hablen de dinero en la mesa -ayuda Inés- Paula, no comiste nada, querida…

Claro que sí, riquísimos los tomates, la rúcula también, gracias. Estoy bien, no doy más.

-Qué suerte tenés Bruno -sigue Nancy-  no da más con un tomate, te va a ser fácil parar la olla viviendo con Paula.

Cortala, hermanita, no rompas más las pelotas, después te quejas si no venimos.

Ahí Jorge larga el vittel y empieza a moderar:  queNancy está cansada, que nos gusta que vengan, que basta de peleas, que todo está rico, que terminemos de comer en paz… Llama a los chicos, vuelvan a la mesa y después seguimos con los regalos. Nancy lo odia cuando se hace el yogui, si todo el año les das con un caño, chanta.

Nancy observa a Paula. Treinta y algo, lindísima, flaca, sin hijos, duerme lo que quiere, se tira la guita encima, seguro que hasta le gusta hacer gimnasia, seguro que no cocina, seguro que no dejaría una carrera para aprender gastronomía y alegrar a su familia.

Nancy quiere ser ella.

Mira a los chicos, los celulares nuevos incrustados en los ojos, ya no hablan. Ve a su madre, garca y vanidosa, como si los nietos rubios y la mesa abundante fueran lo mínimo que merece. Ve a su marido, tan subyugado por las tetas de Paula que disimula comiendo, va por el quinto plato. Ve al turro de su hermano, que enamora a todos, un parásito que vive de joda con ahorros de otros.   

Va a decirle a su madre que no quiere verla más, que es una arpía, que se encargue ella de las deudas de su hijo. Va a decirle a Jorge que se divorcia, que se lleve la tele así ve porno en 65 pulgadas, que se cocine solo. Va a decirle a Bruno que le regala a los chicos, verá que no sólo necesitan celulares. Va a decirle a los chicos que chau, y que si quieren verla la busquen en Instagram.

A Paula va a decirle que la envidia, que se escape de allí, o que se muera.

Y ahí Bruno tira:

-Hermanita, vos que te cocinás todo, ¿no te improvisarías un buen postre con esas naranjas que tenés? El otro día comimos en Madero una tremenda mousse de naranjas, contale Pau…

Entonces Nancy sonríe, se levanta despacio:  -Algo voy a improvisar- dice, y se encierra en la cocina. Veinte minutos después sale con los copones decorados, una esponjosa crema de chocolate cubierta con salsa de naranja y merenguitos. Todos celebran, ¡riquísimo!… Por suerte quedó crema que no usé en el vittel, ¡y tantas naranjas!, -explica Nancy-, y la maravillosa batidora que Jorge me regaló hace milagros…

No dice nada del toque secreto: no había cacao, no había ningún chocolate, así que Nancy le dio sentido a esa caca marrón intenso que le levanta tantas veces por dia a Tino -el bóxer que adoptó Jorge para los chicos y que solamente cuida ella-.  Un falso cacao, pero orgánico -ríe orgullosa-. Y no hay nada que un kilo de azúcar no esconda…

-¿Vos no comes, Nancy?

-No, ¡se los dejo! Mejor tomo un té, el chocolate nunca me cae bien…