
Y TODO POR UN CHUPON
Por Lidia Poggio
Le di un beso apasionado al chino cuando me trajo el pedido y todas mis amigas, alarmadas, me mandaron a hacer un estudio cognitivo pues creen que confundí al chino con mi difunto marido. ¿Tanto les cuesta entender que el chino está re fuerte y me calienta?
Para conformar a las masas, pedí turno a un instituto especializado en deterioro cognitivo. Le conté a la doctora que yo estaba muy bien y que quería hacerme un estudio de rutina. Charlamos largo rato amablemente. Estaba convencida de que se había dado cuenta de que yo era muy normal, hasta que súbitamente me dice: ¿Qué día es hoy? ¡Por Dios! Mis neuronas pedían a gritos refuerzos. Lunes o miércoles no, porque son los día que voy a la kinesióloga, y si no vino la señora a limpiar no es viernes, y si mañana cumple años la Pocha y este año caía jueves … entonces … debe ser miércoles… “Miércoles”, dije triunfal después de tres minutos de sudor y lágrimas. La doctora, no satisfecha con la respuesta, me retrucó ¿qué número? … Sentí que se hundía el piso, tuve que contar para atrás desde el día de cobro de la jubilación y me salió un 23 tembloroso… Cuando luego me preguntó mes y año pasé el examen (no se para qué estudié todos los presidentes desde la declaración de la independencia, no me los preguntó).
Creí que había zafado y ya me estaba despidiendo cuando me clavó el puñal y lo retorció. A mi ¡nada menos que a mí!, que nací desorientada, que salí por la vagina porque no tenía la otra opción, me preguntó… ¿Sabe dónde estamos? Alarmada pensé…“esta mina cree que estoy descerebrada”, la miré desafiante: En el Fleni. ¿Calle? Montañeses. ..número? Ejem… 2000 y algo… ¿Barrio? Esteeee creo que Belgrano…y entonces me mató con la peor pregunta que se le puede hacer a alguien que vivió 80 años desorientado en el espacio: “¿calles que lo circundan?” Ni idea!!! (en mi mente la mandé a la cuchufleta de la lora, pero esbocé una sonrisa picarona).
Luego me hizo caminar, tocarme la nariz, hacer cosas con los ojos cerrados… todo genial y me dije… Ya está ¡me voy!. Con una mirada fría, demoníaca, triunfal, me envió al piso segundo para hacer una tomografía cerebral y al subsuelo para un análisis de sangre y orina y me indicó que vuelva en dos horas. Los estudios estaban todos muy bien… pero aun así ordenó un electroencefalograma y un estudio cognitivo. ¡Todo eso porque me calienta el chino¡ Yo miraba a la doctora y le decía … -Pero mire que doy clases y nunca me equivoco… y escribo trabajos científicos en inglés, y tengo buenas ideas, soy investigadora de CONICET, me dieron un premio Konex (hace 15 años, claro). Ella me miró con lástima y dijo: “Sí, sí. Pero venga en octubre.”
También me pidió que llevara un testigo para evaluar mi diario comportamiento, le propuse llevar a mi perra pero dijo que no era testigo válido. Me indicó que la vuelva a ver acompañada de alguien que me conozca muy bien, que me vea a menudo, dijo que le haría unas preguntas. Creo que voy a llevar a la señora que limpia en mi casa que me considera una genia porque leo y escribo.
Mientras estaba en el Fleni me llamó mi hijo Juan, y le dije que me estaba haciendo unos estudios. ¿Y por qué? Porque tuve un problema de memoria (no le podía contar que quise violar al chino) ¿Tenés alzheimer? dijo desesperado, no, no, es un control. Igualmente esa noche vino para ver si lo reconocía…
Mi otro hijo me pidió que anote en un cuaderno los numeros claves de mis tarjetas, y mis amigas me dieron fotos con el nombre de ellas escrito abajo.
Al fin y al cabo estamos en democracia y mi cerebro tiene derecho a hacer un paro sorpresivo. Si a cada rato tengo que reiniciar mi computadora, también tengo derecho a reiniciarme de vez en cuando. Y esta nota que se publicará en la Revista de … de … la periodista que escribe con humor… la de los rulos colorados con sombrerito negro… lo tengo en la punta de la lengua … bueno… ya me voy a acordar.