
TODAVÍA DESEAMOS
Por Claudia Baier
Se pasan de espléndidos los viejos que usan para las publicidades y notas destinadas a la madurez. Pretenden desmitificar el declive y por otro lado estereotipan la belleza que deberían conservar.
Ni qué hablar cuando utilizan famosos y famosas para enchufarte un pañal o pegamento para los dientes postizos. Ni los famosos ni esos viejos espléndidos tienen idea de los escapes de pis ni de lo que significa morder un choripán con dientes postizos. Nadie les cree.
El pañal es inevitable cuando llega el infausto momento, entonces ahorrate la publicidad inverosímil, bajá el precio y vendé más. Ganan todos.
Lo mismo pasa con todas las notas destinadas a los adultos mayores, anunciándote que todavía estamos vivos y somos seres deseantes, chocolate por la noticia, con tiempo para todo, carrera universitaria, aprender un instrumento, viajar por el mundo, conocer gente nueva o adoptar un perro. Todas vienen ilustradas con fotos de viejos y viejas fantásticos físicamente.
Ellas son estrellas de cine con pelo canoso, de un largo y ondulación perfectos. Tienen la dentadura que todos anhelamos y el cuerpo de una de treinta. Les dejaron unas mínimas arruguitas a salvo de los filtros como para que puedas entrever que es una señora mayor, pero no una vieja chota como vos.
Ellos igual, también en versión canosa pero con todo el pelo y barba abundante, eso les da apariencia de viejos recios todoterreno. Muy atléticos, sin panza y con la dentadura perfecta, claro. Sabemos que la mayoría de los viejos está muy lejos de ese canon y que esas fotos son de algún reservorio de imágenes vaya a saber de qué país.
En las notas destinadas a contarnos que la sexualidad sigue viva, (menos mal que me avisan) aparecen juntos, abrazados o mirándose con amor de revista, generalmente a orilla del mar o en una cabaña al lado del fuego.
No digo que no existan. Pero la mayoría estamos natural y previsiblemente estropeados. El mensaje sugiere que los destinatarios de todos esos dones que trae el atardecer de la vida son los veteranos divinos de las fotos.
Nobleza obliga, un manto de piedad para las publicidades de los Bancos. Casi siempre usan fotos de hombres y mujeres no tan increíblemente espléndidos. Será porque se la pasan viendo gente descangallada deambulando por todas las sucursales y tienen un baño de realidad permanente.
Antes nos debatíamos entre las divinas y las populares, ahora entre los espléndidos y los estropeados. Vos ¿de qué lado estas? Acá, militando el estropicio. Yo ya estuve buena y tuve cintura, el que se lo perdió que se joda.
Sé que no es noticia, pero con tanto edadista suelto por ahí por las dudas aviso: los viejos flácidos desertores de gimnasios y dietas, también cogemos. Capaz con menos intensidad y frecuencia, con menos atletismo y piruetas, con poca luz, sin fuegos artificiales ni cotillón, con analgésicos y alcohol en sangre y juguetes en la mesa de luz, pero le buscamos la vuelta.
Tu cabecita veinteañera no te permite imaginarlo, y cuando lo lográs, te da mucho asquito. Todos pasamos por ese estadio. Pero cuando te vas acercando a la edad de esa vieja que no podías imaginar garchando, empezás a entenderla.
Mientras tanto, tratá de no entrar sin golpear a la habitación de los abuelitos. Yo sé que pensás que sólo miran Netflix en la cama. Pero nunca excluyas otras prácticas. Entonces antes de tener que lidiar con esa imagen perturbadora que no querías ver, con ayuda de tu terapeuta el día de mañana, mejor golpeá y bien fuerte, porque la sordera es otro de nuestros atributos.
Tampoco conviene revisar sin permiso la mesa de luz de la nona que vive solita hace pila de años, pero que se levanta cada mañana con sobredosis de felicidad y optimismo. Es muy probable que no sólo guarde rosarios, bayaspirina y pastillas de menta. Y no vas a querer encontrar algún elemento oblongo y contundente que tu psiquis no pueda procesar ni explicar. Te saldrá más barato que la terapia, preguntar antes de husmear sin permiso.
Y por favor, ya dejen de dedicarnos publicidades y notas “desveladoras” de todo lo que somos capaces, con fotos de veteranos improbables. Somos viejos pero no boludos.