LA GUERRA DE LOS SEXOS

Estanislao vió a su lagartija y su cuis tan flacos que uniéndolos no hacían sombra. Él mismo había llegado a un gramaje que la balanza electrónica de la farmacia no registraba.
Ferviente creyente de las estadísticas del INDEC, esperaba en vano estar entre los millones rescatados de la pobreza. En esa situación límite resolvió meterse en la “Real Politique” de la Comuna Del Indio Bamba.
Era un diamante sin pulir; las alucinaciones provocadas por el calor y las ensaladas de cardos le hacían ver litio detrás de cada espinillo y petróleo en el agua corriente que oscura brotaba de la canilla del rancho. Se lo podía ver en la Estación de YPF de la ruta proclamando que había descubierto el reservorio Chiva Muerta. Increíblemente en un país tan europeo, la gente lo empezó a seguir.
El intendente -acosado por los números negativos de las encuestas- le prestó atención. Podía ponerlo como segundo en la lista, ya que el primer lugar estaba reservado para un empresario de la aviación de un país latino americano que nunca había ganado un mundial y que había registrado en la comuna más de dos mil avionetas, número que superaba a los naturales del lugar contando sus mascotas.
Emocionado, el gaucho fue testigo de cómo llegaban las inversiones desde el cielo.
El clima electoral estaba en su cúspide. Estanislao imprimía las boletas en la fotocopiadora del colegio cuando llegó una delegación del FKI con una orden de captura por narcotráfico y contrabando de Fernet del primer candidato de la lista que se fugó en un avión, obviamente. El ánimo en el pueblo se puso espeso, El martillero público que servía de juez subrogante electoral denegó el pedido de hacer nuevas boletas. La foto del prófugo se había transformado en el mismísimo retrato de Dorian Grey.
Mientras masticaba unas galletitas vencidas de la merienda de los alumnos fue a la biblioteca, sacó tres fibrones y junto a Jazmín y a la lagartija Ernestina intervino cada foto, en cada boleta. Al amanecer, acalambrados, habían concluído. En la foto aparecía una señora no muy agraciada con el pelo negro, despeinada. Decidido agarró las boletas, se travistió y, pese a las zancadillas que le hacían sus mascotas, salió a repartir por el pueblo. Anochecido y descartando propuestas indecentes llegó al despacho del intendente, que lo recibió sorprendido y algo beodo. Se conmovió tanto que lo empezó a abrazar y a bajarle las manos por las caderas, -”Lo que pasa en el Bamba queda en el Bamba” -le susurraba al oído.
Nadie sabe lo que pasó en la oficina. El intendente yace internado en terapia intensiva de la veterinaria mientras Estanislao enfrenta una denuncia por usurpación de identidad y género.
