
«SOBRE LLOVIDO, MOJADO»
Por Gabriel Steinberg
Hay algunos temas por los que una madre judía se preocupa. Por ejemplo, TODOS.
No le quiero quitar mérito a las viejas tanas, gallegas y demás madres, pero para ejemplo la mía, las de mi religión, que son de las que más conozco. Iba a decir de las que más sufro, pero no le quiero traer a mamá otra preocupación, “yo sufro cuando decís que sufro” (sic).
La mámele se angustia si no estás abrigado, si vas a volver muy tarde, o si no comés bien. A los 5 años te dice comé un poco más, y a los 20 te dice por qué comés tanto.
Algo gravísimo te debe estar pasando si ve que tu conexión en el celular excede los últimos quince minutos.
Pero nada es más preocupante que la lluvia…. La lluvia puede generar una tragedia familiar si en el momento en que se larga un poco fuerte no se reportan todos sus hijos. Y no sé si eso es mejor o peor. Podés estar cruzando la 9 de Julio, la avenida más ancha del mundo, bajo un poco menos que el Diluvio Universal y el ringtone suena, y ya sabés que es mamá, por qué ¿quién no le pone un ringtone especial a su madre?, y ya sabés que el celular se va a mojar, se va a empañar y sabés que se te va a caer.
No atendés y por suerte corta, pero exactamente a los 15 segundos vuelve a sonar. Y sí, es otra vez ella, que debe suponer que al cortar y volver a llamar va a sonar más fuerte, entonces yo voy a frenar en el medio de la avenida, voy a frenar el tránsito, voy a acomodar mi paraguas y la voy a atender, y responderle que sí, que llueve, que me estoy mojando (porque en general la lluvia moja), que me puse la campera de lluvia y que no, que no puedo faltar al trabajo cada vez que llueva.
En el medio me cuenta que por suerte ya habló con mi hermana y que ella ya está en su casa, porque allá donde ella vive fue terrible el agua que cayó.
La sigo escuchando esquivando colectivos, motos y a estos nuevos boludos que no se dieron cuenta que ya crecieron y a las calles porteñas les agregaron monopatines. Ya de lo que me cuenta de mi hermano no llego a prestarle atención, pero seguro tiene que ver con que él no la atiende y ya no sabe si será que no escucha el teléfono o pasó algo gravísimo por supuesto por culpa de la lluvia.
Este relato debiera haberse escrito en pasado, porque mi vieja hace ya unos años que falleció y paradójicamente sus cenizas están en la orilla de un arroyo. Pasa que cada vez que caen dos gotas la recuerdo y todo esto me viene a la cabeza.
Tan presente lo tengo que voy a ir cortando acá porque veo que anuncian lluvia y voy a llamar a mi hijo a ver si ya llegó a la casa o si por lo menos se llevó la campera impermeable.