
Revista N°19

RESUMEN DE ESTE NÚMERO:
*VARIETÉ / Nuestra caja de sorpresas.
* TODAVÍA DESEAMOS por Claudia Baier / Estropeados vs. Espléndidos.
*LA PAVA ES MÍA, MÍA, MÍA… por Viviana Sgavetti / Sobre colchones y tostadoras.
*MAMMA MÍA…por Pablo Colombo / Terrenitos en lugar de criptos.
* ¿PARA QUÉ ERAN LOS DEDOS? por Gabriel Steinberg / Hacé origami Steinberg!
* PERMUTO IGLÚ POR CALOVENTOR por Liz Marino / Chupando un cubito en Groenlandia.
* Y TODO POR UN CHUPÓN por Lidia Poggio / La Poggio nos va a enterrar a todos.
* ¡GRATIS NO! por Gabriela Martinez / Rosita, la generosa.
* EL ACENTO MEXICANO, por Juan Carlos Cia / El amor no es más fuerte.
*LEAN NO SEAN BESTIAS / Nuestro rincón literario, el video clip te lo debemos.
EDITORIAL
Antes que nada nuestra hermosa tapa y aclarar que -aunque tiene mi cara- no soy yo. Parece una obviedad pero hay gente muy onanista que se descuelga con líricos mensajes del tipo ”Yegua!, yo te daría!”. Ofensivo por todos lados y no amerita una respuesta. Lamentablemente, ahora soy una viejita rara que suele andar con un sombrerito negro y un bastón, trepando por las calles de Mendiolaza ante la mirada atónita de los vecinos, que no alcanzan a decodificarme. No iré explicando por el mundo que uso sombrero para no peinarme y bastón para no caerme, que llevo pijama debajo del abrigo y que me importa un corno lo que piensen de mi. Sin duda debo parecer un poco loca, pero toda la moda “Mendiolaza style” hace agua: el pueblo entero usa zapatillas y cualquier mujer bien maquillada luce como todas las prostitutas de Alejandría. Tal vez si saliera a la calle como la sirena de la tapa llamaría más la atención y daría más que hablar en las interminables siestas del pueblo.
Pero -y quizás sea el único punto de contacto entre la sirena y yo- ambas odiamos las calles de tierra (aunque ella puede morir fuera del agua, pobre). Sigo pensando y me asaltan otras similitudes odiosas. Ella no tiene piernas, yo casi tampoco, a ella le faltan algunos orificios, los mismos que yo tengo clausurados. Las dos fumamos -ambas sin pulmones-, y mientras ella ha quedado presa para siempre iluminando esta tapa, yo sigo libre hasta que alguien se de cuenta.
Pasando a otro tema: el número anterior, además de cosechar más lectores, produjo el milagro: varios de los corazones de piedras y bolsillos de amianto ¡pusieron algo en la gorra! No fueron muchos ni fue tanto, pero ante la sequía que veníamos padeciendo, nos conmovieron (e incluso nos pusieron ambiciosos).
En el acto quise publicar cada nombre de los contribuyentes entre laureles y mandar a componer una oda para cada uno. Fui abucheada por toda la redacción, aparentemente hay mil argumentos legales, éticos, estéticos y patéticos. Como por estos lados se premia la imaginación, estos desatinados se largaron a enumerar los peligros: esposas furiosas por la cuota alimenteria en la que algunos andan flojitos, DGI siempre voraz, el ARCA con todas sus fieras, los comechingones enmascarados, la alopecia, las hemorroides. Y la lista seguía entre aplausos de los dementes.
En síntesis, si según mis chicos podían ocurrirles a nuestros benefactores cosas tan horribles ¿a qué exponerlos?. Pero sepan quienes colaboraron que a todos se los reconoce y honra.
Bueno, cortala Wargon… Es que hace rato que todos fingimos ser veganos para no confesar que hace miley de años que no comemos carne, ni quesos, ni gaseosas, y hasta tenemos alguna imputada por haber tarasconeado un nieto (el caso llegó a tribunales cuando resultó sospechoso que en lugar de decir ¡qué bonito! repitiera ¡qué blandito!).
Me resta decirles ¡no se cansen!, y desde acá me sumo a Mario Benedetti a defender la alegría:
“Defender la alegría como una trinchera/defenderla del escándalo y la rutina/de la miseria y los miserables/de las ausencias transitorias/y las definitivas/defender la alegría como un principio/defenderla del pasmo y las pesadillas/de los neutrales y de los neutrones/de las dulces infamias/y los graves diagnósticos/ (…) defender la alegría como un destino/defenderla del fuego y de los bomberos/de los suicidas y los homicidas/de las vacaciones y del agobio/de la obligación de estar alegres (…).”
Si quieren levantar tan penosa impresión pueden escribirnos a
«revistaalagorra@gmail.com»
O girar unos dracmas a
CBU DE Banco Nación 0110001330000104543129
– Cristina Beatriz Wargon –
N° de cuenta: CA 00100010454312 –
Alias: PONCHO.RAMA.GAS
La Directora.

varieté

«TODAVÍA DESEAMOS«
Por Claudia Baier

«¿PARA QUÉ ERAN LOS DEDOS?»
Por Gabriel Steinberg

«¡GRATIS NO!»
Por Gabriela Martinez

«EL ACENTO MEXICANO»
Por Juan Carlos Cia

«Y TODO POR UN CHUPÓN«
Por Lidia Poggio

«LA PAVA ES MÍA, MÍA, MÍA…»
Por Viviana Sgaveti

«PERMUTO IGLÚ POR CALOVENTOR»
Por Liz Marino
